Por los años de 1360 después del diluvio y del tremendo
maremoto que azoto las costas tallanas hasta Ferreñafe, llegó al valle con
tremendo séquito de "gentiles" (ejército real) luego de haber
sometido tras cuenta y larga guerra a los Chimú, el Inca Pachacutec, con tanto
estrepito que hubo temor ante el retumbar del Pututo y de los tambores
multitudinarios.
Se dice que los Curacas étnicos Mec-Non, Melén, Ñapicca,
Colpawal, Ñari-wallac, Mecca Amo y otros concentraron a sus súbditos en este
antiquísimo pueblo para tomar medidas urgentes en la creencia de que el Inca
venía en pos de guerra, pero luego se enteraron que era un Rey del Cuzco,
poderoso e invencible que lejos de buscar la destrucción, traía un mensaje
paternal de ayuda, de enseñanza y de transformación social.
Es entonces que los curacas avisaron a los "gentiles
visitantes" con sus chasquis, que el pueblo rogaba al monarca acercarse
sin tregua para rendirle homenaje de sometimiento y obediencia. De este modo,
estando el Inca entre ellos, fueron celebradas fiestas con ritos étnicos que
duraron hasta días después que el Inca abandonó la comarca prosiguiendo su
marcha al norte.
De aquí que se atribuye a este Inca y no a Huayna Capac,
a su paso por el norte, el haber dado orden para su construcción de un Tampu Lerocc
en nuestros despoblados, porque el existente que conoció a su paso y cuyas
ruinas se conocen como el "Tambo Colorado" era de dimensiones
estrechas e incómodo para albergar tropas reales.
Agrega la tradición que el Inca se hospedo en el Tambo
Real que ya existía donde, sobre sus cimientos se construyó siglos después la
casa parroquial durante el Virreinato.
En este Tambo celebraban reuniones los grandes curacas
tallanes, que en el inicio de la conquista Española sirvió también de hospedaje
a Vaca de Castro y al Pacificador La Gasca, así como otros grandes personajes
de la colonia que tenían hacer jornada obligatoria en Catacaos, dado que Piura
la actual, no existía por entonces.
El Tampu Lerocc, se edificó bastante suntuoso ante la
promesa del Restaurador, que ofreció volver para estrenarlo, circunstancia que
no cumplió y que más bien se tuvo noticias que el retorno al Sur lo hizo por
las sierras de Huanca Pampa, causando descontento, porque se creyó un desaire
el cambio de ruta. Los talanes fieles a sus costumbres, habían preparado
fastuosas fiestas para rendirle honores y agasajarlo. Incluso depositaron
valiosos regalos en el Tampa Xerox, tanto de oro, como de plata, para el Inca,
los mismos que dejaron ahí en el depósito para una nueva visita que nunca se
produjo.
Confirma también la tradición citada, el hecho de que
entre las muchas doncellas que estuvieron para servir al Inca durante su estadía
hubo una bellísima tallana que tuvo el privilegio de ganarse la simpatía del
monarca, quien llego hasta cortejarla. Esta guapa "palla" atraída por
el Inca, se enamoró inocentemente, obsesionada por este amor imposible, se
convirtió voluntariamente en custodia del tesoro para el Inca y se fue a vivir
al Tampu hasta morir.
Se dice que con el correr del tiempo, su espíritu salió
hecho sombra, para ulular en los vientos y sobre las dunas, que poco a poco fueron
sepultando al Tampu Lerocc hasta que las generaciones posteriores lo
convirtieron en leyenda.
Es así que se dice que la "Vieja Capusona" que
espanta a los caminantes que se "traga" al ganado, se
"come" a la gente, que sale al mediodía en pleno sol ardiente sobre
las dunas, no es otra cosa que aquella "hermosa Palla" tallana que un
día se enamoró de un Inca.
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