Cuento
de Antonio Goicochea Cruzado
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Todo estaba listo para celebrar la
fiesta del “Panchito”, como le nombraban a San Francisco en Rumichaca, pero el
curita comunicó por radio Norandina que no se haría presente, porque se había
muerto la mula en que realizaba sus visitas pastorales a los pueblos de la
provincia.
Don Venancio y doña Perpetua, habían
preparado todo para el bautizo de su Juancito, decían que ño Francisco y ña
Celinda les pidieron al Juancito para ser sus padrinos de bautizo. Así como
ellos muchas familias estaban preparadas para sendos bautizos.
Habían preparado la chicha con maíz
de Loropampa y chancaca de Llanguat; el pan había sido horneado con esmero, los
cuyeros pletóricos de reginos, habían cosechado papa huagalina para el picante.
¡Y el bendito curita anunciando que no vendría!...
Don Venancio invitó a sus futuros
compadres y a otros amigos vecinos con la finalidad de contemplar la solución a
este problema.
El anfitrión hizo probar a los
invitados la chicha que para el bautizo había preparado su Petita. Don Antero
sacó una damajuana con aguardiente cogollito de La Paccha. Tan alegres se
pusieron que trajeron guitarra, maracas, quenas y tambores; improvisando letra
para tonadas conocidas, don Venancio, empezó a cantar, los demás lo acompañaron:
Ya tenemos los padrinos,
ño
Francisco y ña Celinda