Cuento: Antonio Goicochea Cruzado
Imagen: Educarte
Sabía, como sabía todo el pueblo, que
a don Alfonso Chuquilín le llamaban “Siete Oficios”, pero no el origen de ese
sobrenombre o apodo, como decía mi profesor, o “chapa”, como decían mis amigos.
-Siéntate, Jorgito, mi Alfonso ya no
demora en venir.
Se ha quedado en su taller sacando filo a dos lampas porque
hoy tiene que ir con un peón a aporcar las papas en la chacrita que tenemos en
Cruzpampa.
Quiere aprovechar este sábado porque para otros días es difícil conseguir
ayudantes y la papita se pasa, le dijo doña Yolanda Célis a mi hermano Jorge al
que tenían que cortarle el pelo.
Llegó don Alfonso.
Le colocó una
toalla de algodón, tomó peine, tijeras y máquina, las limpió con su vaporizador
de alcohol y realizó el corte.
Jorge regresó contento a casa, listo para
asistir, bien peinado, el lunes al colegio.
-Su máquina es suavecita y no jaladora
como la de don Ermilio Cubas-, le dijo a papá.
-Herman, alguno que no quiso pagar el
consumo de su acémila en el potrero malogró el candado, llévalo a mi tocayo
para que lo arregle. Me dijo mi papá.
Orden que la cumplí de inmediato. Fui y
encontré a don Alfonso que estaba arreglando una cocinita a querosene “Primus”,
le dije el requerimiento de mi padre.
-Dile a mi tocayo que estará, como
nuevecito, para el lunes.
El lunes por la mañana fui a su taller
de carpintería, que es donde estaba trabajando como mi informó su esposa.
Al
verme dejó de cepillar la madera para una ventana de la casa de don Eusebio
Vásquez, según me dijo al entregarme el candado.
Lo probó, varias veces, si
abría y cerraba, demostrándome que funcionaba. Le pagué y me retiré agradecido.
En esos momentos llegaba don Grimaldo
Alvítez con una linterna Petromax para que la arreglara.
–Don Grimaldo, la entregaré mañana,
porque en estos momentos me pongo a arreglar unas bicicletas de alquiler cuya
compostura me ha encomendado el Gringo Aníbal Quiroz, le dijo don Alfonso.
Como niño inquieto y curioso iba a ver
al artífice en sus quehaceres, cuando don Grimaldo regresó por su linterna, vi
que don Alfonso tuvo que dejar la máquina de coser con la que estaba
confeccionando un uniforme de colegial.
De retorno a casa le pregunté a mi
padre.
-¿Cómo puede haber un solo hombre que
haga todo eso?
-Hijo, a mi tocayo don Alfonso
Chuquilín le dicen el “Siete Oficios”.
-Pero papá, agricultor, carpintero,
sastre, peluquero, mecánico de bicicletas, mecánico de artículos domésticos, yo
sólo cuento SEIS ¿Cuál es el sétimo? Mi padre caviló unos segundos y luego, con
seguridad, dijo:
-El más difícil, hijo, sustentar
honradamente a su hogar, ser modelo de padre y saber criar bien a sus hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario