Cuento de Antonio
Goicochea Cruzado
Imagen: EDUCARTE
Para comprar su
anhelado juguete le faltaban cinco soles, tan solo cinco soles le faltaban para
completar los diecisiete que costaba. Había recurrido a mil mañas, privarse de
golosinas, no ir al cine, hacer mandados, etc., para alcanzar los doce soles,
pero le faltaban cinco a Manuelito.
Estando en
cavilaciones de cómo conseguirlos escuchó que mamá le decía:
-Manuelito, ve al
mercadillo y de doña Petronila compras tres soles de humitas. Toma estos cinco
soles, ten en cuenta que debes traerme dos soles de vuelto.

A su turno:
-Doña
Petronila, véndame tres soles de humitas. Manuelito le entregó los cinco soles
y la señora le dijo que esperase un momentito para su vuelto.
El niño siguió
esperando y viendo como ella recibía los pagos.
Cuando doña Petronila
hubo despachado a los que quedaban, llamó al niño y le dio diecisiete soles en
sencillo. Sorprendido recibió el dinero. No supo qué hacer, se quedó estático.
-¡Ya niño, ve a tu
casa, que te estarán esperando! Le dijo la vendedora. Esas palabras fueron el
acicate que estaba esperando para decidirse a caminar y caminó. Al voltear la
esquina contó las monedas, eran tres monedas de cinco y dos de un sol. Pensó en
su juguete y completar el precio con parte del vuelto. Hubo caminado una cuadra
y pensó en que diecisiete soles equivalen a treinta y cuatro humitas, pensó en
la pérdida que tendría la vendedora, que de seguro debía tener hijitos a los
cuales les haría falta ese dinero que ahora acariciaba.
Decidido a devolver
el excedente del vuelto, dio media vuelta, pero estando a pocos metros de la
venta pensó en su juguete y otra vez, reinició el retorno a casa. Otra vez en
la esquina, se paró en seco y en lucha interna, decidió devolver lo que no era
suyo. Volvió donde la vendedora.
-¿Vienes por más
humitas?
-No señora, yo compré
seis humitas, le di cinco soles y usted me ha dado esto de vuelto.
La señora,
sorprendida, recibe y cuenta diecisiete soles.
-Niñito, acabas de
devolverme mi confianza en el mundo. Otro se hubiese ido con todo, pero tú has
preferido darle a quien le pertenece. Tu madre debe estar orgullosa de ti. Toma
los dos soles de vuelto y en gratitud, toma cinco soles como propina.
Una inmensa alegría
sentía Manuelito al retornar a casa. Había dado paz y tranquilidad a una mujer,
que bien podría ser su madre, y, además tendría los cinco soles, ahora sí, bien
ganados, para comprar su ansiado juguete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario