“Laika y Yo”
Un día, después del almuerzo, mi padre llegó a casa con una perrita entre sus brazos, yo estaba feliz porque me encantan los animales, pero mi mamá estaba molesta porque no había espacio para criar a un animalito, pero yo le supliqué a mi madre y por fin aceptó que se quedara, desde aquel momento mi vida cambió porque antes yo me sentía sola ya que mis hermanos eran grandes y casi nunca podían jugar con ellos.
Laika era pequeña, tenía su pelo muy suave y blanco, sus ojos eran de color celeste y tenía alrededor de uno ojo el pelo negro por eso a veces le decíamos la pirata. Yo le puse el nombre de “Laika”, porque me gustó pero luego le decíamos pirata.
Los domingos la sacaba a pasear y jugábamos con la pelota. Para los niños que la veían Laika era un frágil juguete que todos deseaban tener.
Laika y yo hablábamos en el campo sobre lo bello y maravillosa que es la naturaleza, donde se respira aire puro.
Cuando regresábamos seguíamos hablando, yo le contaba lo que sentía que ella era como la hermana que nunca tuve.
Laika sabía que cuando íbamos al campo ambas mirábamos el cielo, ella sabía que me encanta mirar el río desde la colina de los eucaliptos.
Yo la mimaba, la besaba, la engañaba y a veces le hacía rabiar, pero ella sentía que la amaba.
Cuando acabaron mis vacaciones volvía a la escuela, Laika estaba aburrida, por las mañanas se levantaba y daba vueltas en su cama de lana, mientras mi mamá se levantaba a atenderme.
Un día, después de la escuela vi a Laika en su cama, yo la levanté entre mis brazos y le dije a mi mamá: Llama a un veterinario, y este me dijo con sus ojos que ya no podía hacer más, ya era casi las 6:00 pm cuando Laika murió, yo con lágrimas en mis ojos empecé a hablarle y le dije: ¡Laika, Laika! ¿Tú me ves, me estás ecuchando? ¡Mira como suena el río a donde íbamos a jugar!
No se cuánto tiempo me quedé hablando con ella hasta que la mano de mi madre me sacó de mi conversación.
Mi mamá me dijo: hijita no llores a Laika no le gustaría verte así. Luego me levanté y llevé a Laika a una caja de madera y la cubrí con una colchita hasta el día siguiente.
Esa noche no pude dormir y sólo pensaba que pasaría ahora en adelante con mi vida.
Al amanecer, me levanté muy temprano para ver por última vez a Laika, ya era casi las 9:00 am. Cuando mis padres me acompañaron para enterrar a Laika en el jardín de mi primo, para mi ese lugar es muy especial, ha pasado ya mucho tiempo pero yo nunca olvidaré a Laika.
Cuando voy a visitar su tumba le dijo: Laika, ¿Quizás me habrás olvidado?
Categoría “C”
Primer puesto
Nombres Y Apellidos: Winy Pajares Correa
Edad: 11 años
Centro Educativo: Ramón Castilla.
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