Antonio Goicochea Cruzado
Imagen: Educarte
Entre nardos y entre rosas, las chicharras cantan
sus canciones vespertinas cual si fueran ser pentinas que perezosas se arrastran.
–Deben ser como las hormigas, que con laboriosidad y en unión envidiables, acarrean su comida al fondo de sus casas, y tienen un invierno complacido. Mas los jóvenes de hoy parecen unas cigarras que todo el día lo pasan cantando
y tocando la guitarra
tanto que la yema de sus dedos tienen callos. Decía un pontificador.
Un joven que por allí pasaba,
replicó: -Con mi trabajo, me gano el sustento
necesario para vivir, con mi
guitarra alegro la vida, digo
mis sentimientos, dolores, pretensiones y esperanzas.
No sé si aquel tenía razón, siendo tan ligero el equipaje cuando
este mundo dejamos, si don Cleto, allá en La Totorilla,
me dijo un día: no tienen por qué las cigarras guardar comida, si antes que el
invierno llegue, han guarecido
sus huevos en lugares seguros, cuando llegado el tiempo, eclosionarán y la nuevas cigarritas encontrarán comida
en los campos, para de nuevo ensalmar los labrantíos con sus violines. Las cigarras, niño, todos los años, desde que son cigarras, mueren antes
del invierno.
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