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viernes, 21 de junio de 2013

Leyenda Los Cuatro Soles, Náhuatl. México.


Cuando los dioses ya habían creado la tierra, el agua y el fuego, los dioses de la región de los muertos, Mictlán, se pusieron muy contentos por todo lo creado. Sin embargo se dieron cuenta de que el sol no les había quedado bien pues alumbraba muy poquito y no calentaba. Fue entonces cuando se reunieron en consejo para crear de nuevo al sol.

Tezcatlipoca Negro se ofreció para ser el sol y empezó a alumbrar la tierra. Este fue el primer sol o la primera era.

Pero Quetzalcóatl al verlo sintió deseos de ser él quien alumbrara al mundo; corrió hasta donde estaba Tezcatlipoca Negro y lo derribó del cielo con un fuerte golpe. Al caer éste al agua Quetzalcóatl se hizo sol. Este fue el segundo sol.

Tezcatlipoca Negro, que tenía la habilidad de convertirse en tigre, lo derribó de un zarpazo y seguidamente se comió a unos gigantes que vivían en la tierra. Furioso, Quetzalcóatl soltó los vientos y ciclones.

La gente corría asustada, gritaban que si fueran animales tendrían la facilidad de huir a los montes. Y los dioses los convirtieron en monos.

Como ya habían inventado dos veces al hombre, estaban muy desanimados. De repente Tláloc les manifestó que él sería el sol. Y en seguida alumbró la tierra.
Este fue el tercer sol.

Todo parecía marchar bien; más ocurrió que siendo el dios de la lluvia, Tláloc hizo que cayera fuego del cielo convirtiendo a los ríos en llamas que brotaban de los volcanes. La gente corría muerta del susto y gritaba por todas partes que ojalá fueran pájaros para alejarse de ese calor.

Confundidos por el desorden, los dioses transformaron a las personas en gaviotas, golondrinas, tzinzontles y muchas otras aves de diversos colores y tamaños para que se salvaran.

Los dioses se preguntaban que hacer y fue cuando Quetzalcóatl propuso a Chalchiutlicue, diosa del agua, para fungir como astro solar. Este fue el cuarto sol.

Tampoco dio resultado pues sólo hubo inundaciones y lluvias y los hombres pedían ser peces para salvarse. Así los dioses los convirtieron en peces y en todos los animales que existen en el agua de los mares, lagunas y ríos. Como llovió por días y días, el cielo cayó sobre la tierra. Quetzalcóatl y Tezcatlipoca Negro se convirtieron en árboles para levantarlo.

Los dioses quedaron muy tristes porque habían fallado en su intento de crear al sol y por añadidura, habían acabado con la raza humana.

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