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viernes, 15 de agosto de 2014

La cartita esperada, cuento por Antonio Goicochea

Cuento de Antonio Goicochea Cruzado
Imagen: EDUCARTE

Ninguno, como yo, estaba más ansioso, de que abrieran el paquete que llegó a la Dirección de mi escuela “José Antonio Encinas” con la respuesta a nuestras cartitas que les escribimos a nuestros amigos asháninkas, a los que hacía un mes y medio los habíamos visitado.

En mi cartita le decía a Juaneco Shirorinki mis impresiones de la semana que pasamos en su comunidad, -
“cuando en un mortero de piedra, sacamos “del sacha inchi su aceite”, y que me dijiste que era buenenque para quitar “de la sangre sus grasas malas”, cuando  “recogimos parel majaz y parel ronsoco su yerbita”, y cuando me pinché el dedo al colocar la carnaza en el anzuelo y me envolviste mi dedo con una hojita y lo amarraste con la corteza de una liana y al día siguiente, no tenía ningún daño”. Y, le decía que  nuestros talegos de dormir, solo sirvieron de colchón en las tarimas de caña, por el calor, en cambio si nos sirvieron los mosquiteros. Que la yuca, el plátano, los peces del río y los animales del monte hacen de su comida una exquisitez. Le decía, también, que aquí en Lima preparé patarashca con cachemita y hoja de plátano, no como allá con gamitana y bijau. Que me gozo de haber hecho un amigo, un confidente que me enseñó cómo respetar la naturaleza, respetar y querer a las áreas protegidas y que le seguiré contando de mi escuela y de mi vida, al igual que espero que él me cuente las suyas.

La profesora Érika abrió el paquete, puso, en la mesa central de conferencias, las cartas para que cada uno cogiera la suya. Todas traían el mismo sobre, los abrimos. Las cartitas venían en un en un hermoso papel de color verde, como la naturaleza selvática,

Y todos, sorprendidos, después de leer las primeras líneas, husmeamos en la carta del vecino y así la de los otros y como impulsados por un resorte al unísono leímos: Río Negro, Satipo, Junín, 25 de julio del año del 2005.
Niño:../Estimado amigo: …/Doy inmediata respuesta a tu atenta cartita del 6 del presente mes. Estoy alegre que guardes  hermosos recuerdos pasados en nuestra comunidad de Río Negro, los que dejaron serán imperecederos… y seguía la letanía. Rieron algunos, se asombraron otros, y otros, como yo, nos pusimos tristes.


Con seño fruncido pensé 
¿Cómo, Juaneco, hubiera hecho su cartita si la profesora no les hubiese dictado?  
¡Qué cosas habría escrito!

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