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lunes, 16 de septiembre de 2013

Fura-Tena, Leyenda muza, de Colombia.

(La Leyenda del origen de las esmeraldas)

Transcrita por Ruth Vásquez

Tras crear al mundo, Are se extasió con su creación; sin embargo percibía que no estaba del todo completa aun.

Caminando por un río vió unos juncos y tomando un par de ellos, inspirado, formó con uno una figura esbelta, graciosa y bella a la que llamó Fura, mujer; del otro junco elaboró a Tena, hombre. Con su soplo las figuras cobraron vida convirtiéndose en una bellísima pareja. Are les animó a reproducirse por tiempos sin fin, manifestándoles que serían siempre felices, sin conocer el dolor, las enfermedades, las desdichas o la muerte siempre y cuando respetaran su mandato de ser fieles.

 Fura y Tena vivían felices en el precioso valle, poblando la tierra....

Un día apareció en el valle un joven, Zerbi, buscador de una rara gema verde que segun decía, proporcionaba la eterna juventud, belleza y felicidad. Pidió a Fura que le ayudara en su; empresa; aunque estaba incrédula accedió a acompañarlo y por muchos años buscaron sin éxito.

Fura se fue sintiendo atraída hacia Zerbi y llegó el día en que tal atracción fue mutua, con lo que quedó desobedecida la ley divina.

Entonces Fura comenzó a sufrir remordimientos y le sobrevino una tristeza que era extraña a su espíritu. De esa forma se dió cuenta del pecado que había cometido al desobedecer el mandato de Are. Abandonó a Zerbi y regresó al hogar, donde su esposo pudo ver las consecuencias de su pecado...

Fura mostraba las arrugas y señales de la avanzada edad. Envejecía más y más, llena de pena y de vergüenza. Ante tal situación, Tena tomó un cuchillo de madera y lo hundió en su vientre. Fura lo tomó en sus brazos y siguiendo la costumbre, se mantuvo junto al cuerpo de su esposo sin ingerir alimento durante tres días. Antes de expirar, Tena recibió un favor del dios Are: obtuvo la venganza convirtiendo a Zerbi en una gran roca.

Fura mantenía sobre sus rodillas el cuerpo de su esposo y le observaba constantemente mientras lloraba inconsolable. Con el sol, cada lágrima se convertía en una esmeralda.

Zerbi, convertido en pétrea montaña sintió un gran pesar al ver la amargura de su amada Fóra. Zerbi pidió perdón a Are y le solicitó la gracia de auxiliar a Fura.
Todo le fue concedido; de sus rocosas entrañas brotó una hermosa cascada que al represarse separó a Fura y a Tena convirtiéndolos a ambos en inmensas moles de piedra, que se conocerían como Fura-Tena: "testigos mudos y eternos del trágico destino del humano linaje".

La triste suerte de Fura y Tena conmovió sin embargo el corazón de Are que desde su trono del sol los perdonó, poniendo para vigilar los sagrados peñones, una guardia permanente de tempestades, de rayos y serpientes y permitiendo que sean siempre las aguas del Río Minero, sangre de Zarbi, las que descubran, clarifiquen, laven y abrillanten las esmeraldas de Muzo, lágrimas de la infiel y arrepentida Fura.


Por eso y desde entonces, los Muzos tienen además de su gran templo en el bífido peñón de Furatena, las más ricas minas de esmeraldas, las más venenosas serpientes y las más bellas mariposas”.

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