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sábado, 17 de mayo de 2014

La culebra que bajó al arroyo a beber agua

Antonio Goicochea

Tradición

En Yamalán, comunidad del distrito y provincia de San Miguel, se cuenta que un anciano fue testigo de lo que refiero y que él cada vez que tenía la oportunidad lo hacía.

Los rayos del sol atravesaban las aguas cristalinas e iban a iluminar las redondas y coloreadas piedrecitas del arroyo, que parecían moverse al paso de las aguas.

Una culebra que a poca distancia tomaba el sol sobre una roca plana, que parecía un batán, abrió sus mandíbulas y dejó dos pequeñas bolitas negras, como frutos de molle; miró en derredor y luego zigzagueando bajó hasta el arroyo. Tomó agua pausadamente, por el cuello se veía los abultamientos que hacía el agua al pasar a su vientre.

Un gallinazo que por allí pasaba, dio unas vueltas y bajó a tierra,
sigiloso se acercó a la roca plana, tragó las dos bolitas negras y alzó vuelo.

Saciada su sed, la culebra, con calma, retornó a la roca. Buscó lo que haa dejado, al no encontrarlo buscó alrededor de la roca y en lugares cercanos. Decepcionada, subió de nuevo, miró a su alrededor y alzándose sobre su cola se golpeó fuertemente. En la piedra se golpeaba la cabeza y la cola y siguió así, golpe tras golpe hasta desvanecerse.

Al a siguiente encontraron a un gallinazo muerto o abajo atascado entre piedras y palos.

Y el anciano decía:
Las culebras cuando van a tomar agua dejan siempre su veneno afuera p no envenenarla. Lástima pue que a esta culebra le haiga ganau el gallinazo. Pero como se ve el shingo también recibió su castigo. Así es pue.


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