Cuento de Antonio Goicochea Cruzado
Imagen Educarte
“Un barco frágil de papel
parece a veces la amistad”.
Alberto Cortez
Le llamó
enormemente la atención el hecho de que sólo él fuera el alumno que debiera
realizar una tarea individual de investigación bibliográfica en la biblioteca
del plantel y que los demás se quedaran a realizar una tarea colectiva de
producción de textos, sin embargo la asumió con alegría y responsabilidad.
Hacia la biblioteca fue.
-Queridos alumnos, dando cumplimiento a nuestra planificación curricular
en lo que a valores y a relaciones humanas respecta y ya que hemos decidido,
por consenso, a NUESTRO MEJOR AMIGO debemos disponernos a redactar las razones
del porqué lo elegimos como nuestro mejor amigo, manos a la obra- dijo el
profesor, llamando al trabajo en grupos.
En las mesas se escuchaba un parloteo alegre sobre el aspecto que por
sorteo deberían abordar. Al cabo del tiempo dado y ya teniendo cada grupo su
argumentación, el relator del primer grupo, inició la lectura:
-Porque cuando una sombra de tristeza invadió nuestros días y tú los inundaste de alegría iluminándolos
plenos.-
El segundo: -Porque
cuando estuvimos solos fuiste solidaria compañía y siempre extendida mano; y, cuando todos
dudaban de nuestra sinceridad, a pesar de evidencias, fiaste en nosotros, diste
el crédito que nos hacía falta.-
El tercero: -Porque
en el campamento… cuando caímos nos diste la mano, porque cuando lloramos,
lloraste; reímos, reíste.-
El cuarto: -Porque
animaste nuestras decisiones para salvar dilemas. Porque cuando anhelantes de
educación de prístina calidad en equidad y justicia fuimos torrente en las
calles, fuiste el fuego que espoleó la lucha trepidante en las calles de
Santiago.-
Y el quinto: -Porque boyante en ese frágil barco de
papel en el proceloso mar que es el vivir, de tan dispares sentires, lograste
un solo corazón. Iconoclasta peón, alfil, torre o rey en el ajedrez de la vida…
Por lo que tú eres, ¡ERES NUESTRO MEJOR AMIGO!-
-Habiendo concluido nuestra tarea, invitemos a
Ronald a volver a la sala- dijo el profesor. Y el alumno coordinador del aula,
en esta semana, se dirigió a la biblioteca, mientras que el relator del pleno,
imprimía el pergamino: “Nuestro Mejor Amigo”.
-Ronald, dice el profesor que des por concluido tu
trabajo, debes volver al salón.
Esta disposición lo intrigó aún más que la que lo
llevó a la biblioteca, pero caviloso, regresó. Allí vio que la veintena de
alumnos, en círculo y de pie, lo recibían a aplausos. No salía de la sorpresa,
-¡Si hace poco celebraron mi cumpleaños!- dijo para sí.
Acto seguido, el relator dio lectura al pergamino.
Recién, entonces, encontró la razón de tanto secretismo, Ronald seguía con
expectación la lectura. De su pecho, de rato en rato, escapaban suspiros.
Al concluir a la lectura, todos, al unísono y a
viva voz:
-Por eso Ronald Antonio eres nuestro mejor amigo-.
Cuando escuchó al salón en pleno y al recibir los
abrazos de todos, unas lágrimas de alegría rodaron por sus mejillas.
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