Cuento publicado en el libro "El Sonido de las
Caracoals".
Autor: Antonio Goicochea Cruzado
Imagen: EDUCARTE
Al subir al microbús me
extrañó que el cobrador me tomara del brazo y con el mayor cuidado me ubicara
en el asiento reservado para mayores de edad y personas con dificultades
físicas. Ya sentado cómodamente, limpié mis lentes oscuros que el oftalmólogo
me había recetado para cuidar mis ojos a los dos días de haber sido operado de
“orzuelo” o chalazión, como ellos lo llaman, luego coloque a mi lado el pequeño
tubo delgado de aluminio que había comprado, de la vidriería “El Dorado”, para
un arreglo en casa.
-Bajan en el siguiente
paradero-, dijo con atiplada voz el cobrador, para hacerse oír por sobre el
sonido del altoparlante que llenaba el ambiente con una salsa de moda, y
bajaron varios pasajeros.
–Bajan, bajan, siguen bajando, ya, dale, dale
Campeón.
En microbús seguía su ruta y
entre subidas y bajadas; y subidas, el vehículo se llenó de tope a tope y el
cobrador: -Al fondo hay sitio…, en la última fila van cinco, acomódense
señores,
acomódense, por favor-, y veía que se colocaba a mi lado y no permitía
que se me dé algún topetón, lo que me extrañaba aún más.
-Bajan en el centro comercial,
bajan en la vía, bajan, bajan- seguía el cobrador.
-Bajan en ESSALUD- dijo un
pasajero, y yo: –A la siguiente en que baja el señor.
-El chofer detuvo el microbús
y bajó el viajante.
-¡Bajan a la siguiente! ¡Buen
chófer, tú eres campeón!, detente con cuidado, por favor- dijo el cobrador.
El vehículo se detuvo
suavemente y el cobrador me tomó del brazo y con el mayor cuidado me hizo
descender.
–Bajan, bajan, pie derecho
señor, hay una gradita- y me llevó hasta la acera. Al interior del ómnibus
escuché que una señora decía: -¡Así deben de tratar a los minusválidos, pido un
aplauso para el conductor y su ayudante!
-
Y se
escucharon aplausos y vivas, seguidos de un animado barullo.
Yo seguí caminando como si
topeteara en la acera y me guiara con el tubo de aluminio cual si fuera un
ciego hasta que el ruido del vehículo dejó de escucharse. No quería romper el
hechizo del momento, desusado, por el buen trato demostrado en esta edificante
situación.
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