MIMI, EL GATITO MI
Un a vez había una gatita muy gordita, tan gordita que sus amigos la bautizaron con el nombre de Miaucita. Un día la felicitaron todos sus amigos (as) gatos (as), porque sabían que ese día de alegría Miaucita había quedado con su primer embarazo. Y después de felicitarle, sus amigos cada uno de ellos se fueron a sus casas.
Después de poco tiempo, de la barriga de Miaucita, salió un hermoso gatito. Su mamá le puso el nombre de Mimi. Lo llamó así porque el pequeñín, desde que salió de la barriga de su mamá, se pasaba todo el día repitiendo: Mi, mi, mi sin duda, el quería aprender pronto esa canción dulce que cantaba su padre.
Cuando el tiempo pasó, su papá, se entusiasmó al oír e fino canto de Mimi y le regaló un lindo abrigo. Su papá, se lo regaló como premio a sus esfuerzos por imitar con elegancia el canto de él y el abuelo. Pero Mimi, pese al regalo, no se sintió seguro y feliz. El chiquitín Mimi, tenía una pena muy honda porque no podía aprender las canciones con estas notas de esa música tan antigua.
Por ello, Mimi, dirigiéndose a su mamá, le dijo: Mami, no puedo cantar como mi papi, no puedo. Es que yo oigo tantos ruidos en el campo y me confundo en mi canto
Mami, cuando estoy repasando mi canto unos dicen: pio, pio; otro dicen: muu, muu; y otos dicen: cua, cua y yo al oír el canto de todos, yo no me acuerdo cómo es mi canto.
Pero su mamá le dijo aconsejándole:
Ten paciencia, con tu dedicación y el amor a ti mismo, estoy segura que triunfarás.
Así, animado por el cariño de su madre, Mimi se dedicó y decidió vencer todas las dificultades y después de una semana, se puso a cantar.
¡Miaumu, miaumu, miaumu!
¡No es así!, ¡Así no se canta! – Gritó su madre un poco asustada.
¡Muu! Dicen las vacas- le dijo y aconsejó su madre.
¡Miau!, ¡Ese si es tu canto, Mimi! - le aclaró su madre.
Después de los consejos y aclaraciones que le dijo su madre, Mimi siguió practicando. Después de muchos repasos, se puso a cantar otra vez:
¡Miaucua, miaucua, miaucua!
¡Calla, hijito, te van a oír los vecinos, que están en su cuarto!, exclamó su madre preocupada. Y su madre llevándolo a Mimi a su casa le aconsejó y le aclaró nuevamente:
¡Cua! Hacen los patos.
¡Miau! ¡Ese es tu canto, Mimi!, ¡entiende!, le volvió a aclarar su madre.
Y después, Mimi siguió practicando por semanas. Un día los mejores maestros gatos organizarían un concurso de canciones para los gatitos chicos, y el ganador luciría una cinta en su pescuezo y sería nombrado el rey “Gatín” el cual siempre cantaría en el muro sagrado a diario. Dicho concurso duraría dos días. El primer día del concurso, Mimi, lleno de confianza canto entusiasmado:
¡Miaucua, miaucua!
¡No Mimi, no cantes así! , ¡Haz el mayor esfuerzo por cantar como tu padre! – le interrumpió su madre. Así que Mimi, siguió practicando para el segundo día del concurso. Llegado el segundo día del concurso los gatos alarmados despertaron por un gran sonido fuerte: era Mimi subiendo al muro, donde cantaría todos los días el rey “Gatín” los vecinos, ahí parados, viendo a Mimi, cuando modelaba ya en el muro, lo miraron como a un extraño. De pronto, Mimi dejó de modelar y les saludo muy cordialmente y empezó:
¡Miau, miau, miau! – Cantó triunfantemente el pequeñín Mimi- De pronto dentro del jurado se paró el gato más viejo y condecoró a Mimi con la cinta y el eslogan que decía “Rey Gatín”. Y todo el público presente lo aplaudió en especial su madre. En adelante cantaría siempre en el muro, luciendo su hermosa cinta en el pescuezo. Fue así que el esfuerzo de Mimi tuvo su recompensa por su constante perseverancia y por todo el amor que su familia le brindaba.
Desde allí la familia de Mimi, salía al campo sin temor de que su adorado Mimi confundiera su canto, ya que confiaban en él y en el apoyo que le brindaban para vencer los obstáculos que se le presentasen en la vida, además aprendía muy rápido las cosas que le enseñaban sus amigos, los gatitos.
Nombres y Apellidos: Ruth Isabel, Cabrera Boñón
Edad: 11 años
Seudónimo: Navegante
Categoría: C
Centro Educativo: Divino Maestro
Puesto: Tercero