Dos historias de Antonio Goicochea
Imagen. Educarte
En el pueblo de San Miguel, de acendrada tradición textil, se cuentan muchas historias
sobre ovillos de colores. Les traigo dos de ellas:
La primera.....
Don Darío Lingán, a media noche, volvía a su casa ubicada al final de la calle
Miguel Grau, luego de una reunión alegre de amigos. En la esquina que ahora forma la intersección de las calles Miguel
Grau y José Gálvez, había un puquio. De pronto, de entre las aguas surgió
un costalillo
lleno de ovillos que
se le
interpuso en
su camino. Si don Darío tomaba el lado derecho de la calle, el costal iba en ese
sentido; si quería esquivarlo
por la izquierda, a la izquierda
iba el costalillo. A la altura de la casa de don Arsenio y de una planta de lúcumo,
trató de salvarlo con un ágil salto. En eso los ovillos de colores se desparramaron
por el suelo y tropezó en ellos. El corazón
parecía explotarle en el pecho por el pánico del que era presa. A duras penas
llegó a su casa. Quiso comunicar lo sucedido a sus familiares
pero había enmudecido. Cayó desmayado.
¿Qué haría don Darío
con patas y en vocerío
en altas horas de la noche
con traguitos y con ponche?
mientras que de ello gozaba
don Darío no esperaba
de ovillos de colores
tales males y dolores.
La segunda....
En la Cantora,
del barrio Zaña,
a media noche,
a la hora de la
tentación, cuando alguien pasaba solo, hermosos ovillos
de colores rodaban por la colina que allí existe hasta caer a la calle. Los transeúntes trasnochadores se veían tentados
a recogerlos. Los que así lo hacían
se llevaban la sorpresa de sus vidas porque ya en casa los ovillos se convertían en gatos negros, en chanchos o en chivos.
Doña Josefa Alfombrera
recogió ovillos de los colores que le faltaban para cumplir con un pedido que le habían hecho y de todos los
colores del arco iris. Ya en su cama soñó que hacía la mejor de las alfombras de su vida. Al día siguiente se apuró a continuar
con su trabajo, fue al envoltorio
para traer los ovillos. Grande fue su sorpresa
que
no halló más que unas tusas
chamuscadas con fuerte olor a azufre.
De la loma en la
Cantora
doña Josefa Alfonbrera
recogió en avaricia
los ovillos de colores
que de la altura
cayeron.
en sus sueños acaricia
que con la alfombra que
haría
con cariño y con
presteza
retaría en belleza
al mismísimo arco iris
y vean lo que encontró
en su equipaje nocturno
unas tusas chamuscadas
con un fuerte olor de
azufre.
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Tusas, corontas.
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